jueves, 26 de julio de 2012

7ª etapa / Viana – Navarrete (Vacas Gordas)


Menudo pedo deben de llevar estos. Han salido de Navarra para entrar en Navarrete y después de dejarme a buen recaudo en un Centro Hípico del pueblo, se han metido en el mejor bar del mundo, EL DEPORTIVO, en compañía de sus visitas de hoy: Breiton, Martintxo, Sara, Gabri y Edu. Antes habían estado los tíos de Mikel, Javier y Maricruz, y sus primos Xabi e Itsaso.


El bar Deportivo es una tasca recoleta, que prepara cafés con una máquina de hace cuarenta años, posee un refrigerador que refrigera con un motor de barco, sirve las mejores tapas de la comarca, y derrocha simpatía por los cuatro costados.

Cien champiñones, ochenta sepias, catorce pares de chorizos, un billón de lomos al ajillo con arroz, medio pulpo, crepes de picadillo a granel, un millón de morcillas con pimientos secos y quince o dieciséis mil hectolitros de rioja, tinto y clarete. Este ha sido su pantagruélico banquete después del trabajo bien hecho. El suyo y el mío, porque hoy todos hemos dado el callo. Yo más, si cabe, aguantando a los peregrinos de fin de semana que han venido a visitar a mis compadres bípedos.

Adiós a Navarra, hola Rioja. Hoy hemos cruzado algunas fronteras psicológicas: otra co+munidad, otra capital, Logroño, los primeros cien kilómetros, la primera semana… me siento bien con mis compadres, y cada vez ando mejor. Ya no me paro en las cuestas arriba, ni me embalo en las cuestas abajo. Juntos, los tres, vamos superando pequeños retillos cotidianos que, en la lógica de la vida rutinaria de oficina carecerían de sentido, pero que en el Camino, son de una importancia vital. Por ejemplo, hoy Mikel a media mañana me ha dejado en bolas en medio del camino. Las alforjas no hacían más que balancearse de un lado a otro y la manta nueva se arrugaba y descomponía a cada paso. Mikel ha sacado la mitad del contenido de las alforjas y lo ha recolocado, ha anudado sus partes superiores y ha ideado la manera de que la manta protectora quede bien asida a mí sin sobresaltos. Parecen chorradas, pero ahorran horas y sufrimientos. Si a eso le añadimos que Edu, uno de los visitantes, ha traído dos fundas de borrego, una para mi morro y otra para mi rabo, que me protejan de las naturales irritaciones de los correajes, la cosa ha ido fetén.

Normal que lo celebren. Ni siquiera ha llovido. Viven días de vacas gordas y no piensan en las flacas. Para qué, ya llegarán. De momento comen de los alimentos que traen sus amigos y familiares, se aprovechan de la buena fe que las gentes les brindan y se comportan con los demás como a ellos les gustaría. Su karma está exultante. Mañana anudarán dos pañuelos de San Fermín a los cuellos de Jesusmari y Caterina, el vasco la suiza que hoy me han dado cobijo. No les han cobrado nada y encima les han regalado valiosos consejos y un limpia pezuñas.

En Logroño, en cierta ocasión, un señor mayor, cuando Mikel y Javier estaban de juerga por la calle del Aurel armando barullo en compañía de otros amigos, se acercó al grupo y les dijo: “Viva la juventud. Viva la alegría”. Nada más, y se fue sonriendo. Aquella frase les marcó, acostumbrados como están los jóvenes de hoy en día a los reproches de sus mayores. Aquel vetusto logroñés no era una excepción. Hoy, la gentes de Logroño, especialmente un abuelo que me miraba recordando imágenes de su niñez, les han dispensado un trato similar y la misma actitud. Con la boca grande, proclamamos que los riojanos son unos vecinos cojonudos. Y los de Navarrete los mejores alfareros.

Por estas tierras andaremos, Dios Mediante, unos días más. Igual, además de vino nos encontramos nieve, pero no importa. Éstos han descubierto el truco de embadurnarme las pezuñas con grasa de caballo (que no de burro) y aunque parezca que no, voy más fresco y protegido.

Me despido saludando a Don Pablo (Laporte), amiguete de mis amos, que dentro de unas horas cumple un año más de vida. Sé que lo está celebrando a lo grande, así que vaya un rebuzno hasta los madriles cuya réplica espero se repita en Burgos. Para Paloma vaya otro rebuzno, porque como buena ave, la que no corre vuela, y también tiene en Pamplona buena jarana armada. Disfruten señores, de las vacas gordas, que las flacas, si es que llegan, pesan poco.

Y de PD una oda al vino de El Deportivo: “Agua no bebo, aunque me muera: hunde a los barcos, cría ranas en los charcos y se pudre la madera”.

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